jueves, 21 de septiembre de 2017

Irrumpió en el mundo del cine hace 16 años y desde entonces Gael García Bernal ha demostrado que tiene “buen ojo” —y ni un ápice de miedo— para elegir sus papeles. Ha protagonizado algunas de las películas más memorables de lo que va de siglo, desde Y tu mamá también y Babel hasta Diarios de motocicleta. Hoy podemos verlo en las dos películas que, si resultan elegidas, representarían a Chile y a México en los premios Oscar, Neruda y Desierto, respectivamente. El actor mexicano de 38 años nos habló de su fascinación con su personaje en Neruda y la función que el cine podría o debería jugar en nuestras vidas.






¿Qué persigue realmente el detective Oscar Peluchonneau en Neruda?

Gael García Bernal: En retrospectiva, pienso que Peluchonneau cumple una función muy interesante. Siendo hijo bastardo de una prostituta, Peluchonneau de alguna forma era el receptor natural de la poesía de Neruda, la encarnación de aquellos a quienes se dirigían los comunistas, pero que a él, el mensaje no le llegó. Y ahí está la pregunta, ¿por qué no le llegó? La película gira alrededor de esto. Neruda es una crítica a todo, pero en especial a quizás la controversia más grande del comunismo que es: OK, cuando seamos comunistas, ¿vamos a ser como tú o como yo? En vez de navegar esa disyuntiva, el personaje de Peluchonneau opta por un camino con aspiraciones, inclusivo, de corto plazo. Esa línea de “sálvese quien pueda” que es la narrativa superficial y lineal del fascismo.

¿Qué le atrajo del personaje, como actor?

GGB: Desde el principio me fascinó la idea de interpretar a un fascista. O sea, agarrar esos pilares de pensamiento que provocan tanta violencia y tanto resentimiento, y descubrir el motor que los mueve a hacer lo que hacen. Los discursos hablan de lo que el mundo necesita, del bien común, pero como individuos no pueden ni siquiera resolver sus vidas; tener una familia, por ejemplo. Esos individuos que se toman conceptos, ya deja tú elevados, sino propuestas políticas que busquen la justicia, como una afrenta personal. Y tratan de demostrar que no son tan tontos como las otras personas piensan que son. Entonces por ende terminan sus acciones siendo más estúpidas, ¿no? En cierto sentido.

¿Qué representa Neruda como personaje en la película?

GGB: El detonante de una ilusión, la idea de que gracias a esos sueños que nacen del pensar en el bien común, uno puede vivir muchas vidas dentro de una sola vida. Que no estás obligado a ser nada más esa persona que te dicen que tienes que ser. Y esa es la libertad en cierto sentido. Y es algo que desde el cristianismo hasta la versión más libre y sofisticada del socialismo, ofrece. Una especie de libertad tirándole a la multiplicidad de vida y es eso lo que nos conmueve, creo, también cuando vemos la película.

¿Cuál es la vigencia de Neruda en estos días?

GGB: Es enorme. Desde todos los ángulos. Por un lado la película retrata una época que donde, en la post-guerra, todo político tenía que ser una persona ilustrada, tenía que ser un intelectual, un artista, en cierto modo. Esa veta, desde mediados hasta fines del siglo XX, digamos, se permitió digamos la ilusión, la compasión, tuvo que incorporarse dentro de la política. Porque sucedieron cosas terribles, la primera guerra mundial, la segunda guerra mundial y fuertes crisis económicas también. Y creo que muchos de los logros de alguna manera, de las libertades que disfrutamos ahora, de las pocas que podemos mencionar, o bueno de las muchas que podemos mencionar también, son logros de esa época; de pequeñas maquinaciones, de pequeños trabajos burocráticos, incluso.

La película es una reflexión sobre el papel que puede jugar la poesía en mejorar la vida del hombre, pero ¿qué me dice del cine? ¿También nos podría salvar?

GGB: Es mucha responsabilidad para el cine suponer que puede cambiar el mundo. Pedirle tácitamente un cambio de paradigma al cine, con cada película, eso, definitivamente es como ponerle una loza. Y no solo eso, sino que todas las películas que cargan con eso, que se auto definen así, terminan no teniendo esa vida. Y ahí es donde termina. Las películas que se toman tanto esfuerzo de repente, en dos días dejan de existir. Pero creo que si hacemos un lado lo de controlar todos los hilos de lo que el destino dicta y demás, yo creo que sí, que el cine sí podría salvarnos, definitivamente. Aunque sea solamente como una expresión más elevada de decir cosas como “la poesía puede salvarnos”. Así sí, en efecto. Olvidándonos del concepto grandote, tanto el cine como la poesía pueden cambiar mucho las cosas. Además, el cine mismo tiene que ser poesía, hoy en día.

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