sábado, 23 de septiembre de 2017

Édgar Ramírez recuerda que cuando hace cinco años recibió el Premio César, que concede la Academia de Cine Francés, por Carlos, de Olivier Assayas, su siguiente trabajo fue Furia de titanes 2. En la rueda de prensa que siguió a esa premiación, un periodista francés le preguntó: "¿Cómo pasa de protagonizar una de las mejores películas que se ha hecho en Europa en la última década, a hacer algo tan diferente como Furia de titanes?". Su respuesta fue: "Precisamente, porque son muy diferentes, y yo también quiero vivir eso".



El cuento viene a colación, porque vía telefónica se le hace una pregunta similar: "Con Punto de quiebre y Joy se mueve en dos vertientes bien diferenciadas de la industria: la primera tiene que ver con el cine espectáculo, de acción, más comercial; la segunda, con un cine de estilo más autoral. ¿Cómo planifica su carrera en este sentido? ¿Cuál es su meta desde el punto de vista profesional?".

Ramírez responde desde Los Ángeles: "No defino mi carrera en términos de hacer una película industrial o una autoral. Quiero hacer todo tipo de cine. Todas las películas son para mí, porque todas tienen que ver con una conexión emocional que establezco con los personajes o con la historia. Mi carrera no es un checklist: '¡Ah, hice una película comercial; ahora haré una de arte!'. El asunto es mucho más orgánico. Mi búsqueda es más vital.

-¿Cuál es su meta, entonces?

-Poder estar en los mejores proyectos que me sea posible, trabajar con la gente más creativa que me sea posible y que mis películas se puedan ver en la mayor cantidad de territorios que me sea posible. A mí no me gusta tener metas exageradamente específicas que luego oscurezcan otras posibilidades que se me puedan presentar en el camino y que podría no verlas si estoy demasiado concentrado en algo determinado.

-Si un productor lo busca, ¿qué debe tener el proyecto que le ofrezca para aceptar participar en él?

-Que me interese el personaje, que responda a él, a la historia y a la gente con la que voy a estar involucrado. No tengo complejos intelectuales. Cuando rechazo una película es porque no hubo conexión. No quiero hacer películas por las razones equivocadas o porque creo que le va a ir bien en taquilla, va a ganar premios o se va a presentar en los festivales más importantes del mundo. Eso no tiene que ver con el oficio del actor, son categorías externas que solo producen frustración y yo no me dediqué a esta carrera para vivir bajo la amenaza constante de terminar frustrado. Decidí ser actor para divertirme.

-Punto de quiebre, la de 1991, es una película de culto. ¿Qué queda de ella en esta versión de 2015?

-Se mantiene la estructura básica: hay una banda criminal en la que se infiltra un agente del FBI. Eso, y los nombres de los personajes de Bodhi, Utah, Pappas y Samsara. Hay algunos guiños, pequeños tributos, a la cinta que dirigió hace 15 años Kathryn Bigelow.

-¿Tomó algo de la interpretación de Patrick Swayze?

-El personaje Bodhi que hizo Patrick Swayze lo vi a una edad en la que comenzaba a cuestionarme todo: a mis padres, mis maestros, la escuela, la sociedad, la autoridad, donde estaba configurando mi carácter. Esa película tuvo un gran impacto en mí cuando la vi de adolescente, porque Bodhi representaba el espíritu de la rebelión. Lo que pasa es que el personaje original es más anárquico, es un surfista que, junto con sus amigos, roba bancos para financiar su "verano eterno", para no crecer, para mantener una batalla simbólica por la conservación del espíritu humano que, además, tiene mucho que ver con los Estados Unidos de principios de los años noventa; cuando se rodó la película acababa de terminar la era Reagan, que exaltó valores como la acumulación de bienes: mientras más riquezas pudieras acumular, eras mejor para la sociedad. Ese es el sistema contra el que se revela Bodhi.

-¿Y qué mueve al Bodhi que usted encarna?

-Mi personaje no es tan anárquico como el de Swayze; es más militante, más ideológico. Él es un eco-terrorista, un guerrero ecológico. Si en la primera película Bodhi se revela contra el sistema, en ésta quiere tumbarlo. Entonces, la película es más global, sucede fuera de Estados Unidos y es aún más política que la primera, todo dentro de un ambiente de mucha acción y utilizando los deportes extremos como el vector de protesta.

En la familia

Del lado opuesto de Punto de quiebre se ubica Joy, cinta que ha dirigido David O. Russell, cinco veces nominado al Óscar, y en cuyo reparto figuran intérpretes del calibre de Robert De Niro, Diane Ladd, Isabella Rossellini, Virginia Madsen, Bradley Cooper y la oscarizada Jennifer Lawrence. Con ella, el actor venezolano, nacido en San Cristóbal, estado Táchira, en 1977, ha entrado en las grandes ligas de Hollywood. Está previsto que el filme -que recrea la vida real de una madre divorciada devenida en exitosa empresaria- se estrene en el país el 15 de este mes.

"Trabajar con O. Russell es pasar a ser miembro de una familia. Lo que él hace pertenece a una larga tradición dentro del cine que es formar grupos de repertorio con sus actores. Lo hacía Cassavetes, Antonioni, Fellini, Huston... Más allá de lo importante que es para mí trabajar con él, lo es poder ser parte de esa familia y de ese repertorio. Trabajar con O. Russell es como lanzarse por un caleidoscopio de colores en caída libre: cualquier cosa puede pasar. En el set todo cambia constantemente, los personajes, las líneas, nunca sabes qué es lo que va a pasar y tienes que estar preparado para todo. Es un ambiente muy atlético en el que tus músculos actorales son puestos a prueba constantemente. Este es el sueño de cualquier actor", dice Ramírez.

-¿Ahora los proyectos llegan a sus manos? ¿No tiene que salir a buscarlos?

-Tengo el privilegio de escoger mi trabajo, de poder ayudar a realizar los proyectos que me interesan, de poder sentarme a conversar sobre las posibilidades de emprender proyectos con personas que admiro mucho... Y eso no siempre fue así.

-¿El adjetivo "latino", en su caso, ha sido beneficioso o perjudicial?

-Ni en Estados Unidos ni en Europa me he sentido perjudicado por ser latino. Es parte de lo que soy como actor. De hecho, pienso que es una etapa superada. Ser latino en esta industria ya no es un tema exótico o de cuotas de participación. Me da risa cuando me preguntan si no tengo miedo de que me encasillen en personajes hispanos, pero acaso yo soy francés. ¿De dónde soy? Soy latino. Los estereotipos no tienen nada que ver ni con nacionalidad ni con el origen étnico ni con la cultura de nadie. Los estereotipos tienen que ver con cuán plano y bidimensional es un personaje versus un personaje con relieve y tridimensionalidad

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